He de confesar que no soy muy dada a las llamadas
“revistas del corazón”. Son contadas las veces que he leído una revista de
semejantes características, además,
cuando me ha surgido la ocasión nunca he tenido una experiencia satisfactoria.
Recuerdo el día que tuve la “Cuore” entre mis manos por primera vez, fue
en la peluquería. La peluquera me puso la revista en el regazo con la mejor de las intenciones
pero pase un rato realmente malo. Todos esos “Arg” que surgían de las
imperfecciones físicas de las famosas del momento me quitaron lentamente las
ganas de vivir. “Arg” la celulitis, “Arg” las arrugas, “Arg” las patas de
gallo… me pregunto si los redactores de la “Cuore” serían más felices en un
mundo donde sólo hubiese maniquís del Zara. “Arg” el que dais vosotros, pensé.
Sin embargo, hace unas semanas el destino volvió a
ponerme entre manos una de estas revistas. Esta vez se trataba de la revista
“Hola”. El titular me enfureció más que los mencionados “Arg”, pues rebosaba
machismo, pero de una manera mucho más sutil e imperceptible.
El titular decía lo siguiente; “Carlota rompe su
compromiso con Dimitri, la princesa que
no ha podido encontrar su final feliz”.
Parece ser que la princesa de Mónaco ha roto su
matrimonio y como no podía ser de otra forma, los redactores de la revista han
tomado la postura más común en nuestra sociedad; dramatizar porque la gente se separe porque su relación de
pareja no va bien.
En nuestra sociedad el divorcio y la separación
siguen siendo vistos de manera trágica. Y da igual que alguien cuente que se ha
separado porque eso le hace más feliz. Esta realidad nos afecta a las mujeres
principalmente, pues estamos educadas desde niñas para considerar el amor
romántico como el principal fin de nuestra existencia.
En nuestro proceso de socialización las mujeres
aprendemos que la felicidad y el bienestar sólo pueden ser logrados a través de
la mediación directa de un hombre y que si para vivir el amor tenemos que pasar por las
más horribles tempestades, pues se pasa. Varias películas y series de
televisión muestran que el amor justifica cualquier sufrimiento. Nos hacen
pensar que es precisamente ahí donde esta nuestra salvación. En el amor. Que la
soledad es dura y en ocasiones es mejor aguantar que dejar ir.
Lo que me parece curioso es que mientras las
campañas contra la violencia de género llenan los paneles publicitarios del
Metro y las páginas de la revista “Hola” se llenan de mensajes apoyando la
eliminación de la violencia contra la mujer, este tipo de titulares siguen fomentando
la idea de que las mujeres no podemos ser felices sin nuestro “amor”. Luego se
sorprenderán si no sabemos decir "basta" a relaciones tóxicas y
destructivas.
La solución a las terribles cifras que baraja la
violencia machista no es la de vendernos la moto con mensajes biensonantes
contra la violencia de género. Quizás deberíamos empezar por dejar de inculcar
a las mujeres el matrimonio como una aspiración futura y dejar de conectar la
soltería y la ruptura al fracaso.
En el caso de
las novecientas ochenta y tres mujeres
asesinadas desde el año 2003, el final
feliz habría sido, precisamente, haber acabado para siempre con sus
parejas y no haberlas vuelto a ver nunca
jamás. Ese sí que habría sido un
verdadero final feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario