Todavía recuerdo aquel día en el que iba en el coche
con mi padre y le hice escuchar, completamente entusiasmada, “FluorescentAdolescent”, la que era mi canción favorita del recién adquirido álbum de los
Artic Monkeys. Le describí con fervor la historia que cuenta la canción: “trata
de una mujer que ha pasado toda su vida pululando entre hombres y ahora que es
mayor, se ha quedado completamente sola y desdichada”.
En aquel entonces no tenía la conciencia feminista que
tengo ahora y la historia me parecía “de alma bohemia” y “original”. Se lo
conté a mi padre exaltando la capacidad creativa del autor. Desde luego, no
esperaba la respuesta que dio: “¿Otra más? El tema es precioso, pero el rollo
de castigar a una mujer por haber llevado una supuesta mala vida huele un poco,
la verdad”.
Tengo que admitir que la respuesta de mi padre me
rompió completamente los esquemas, pero me hizo pensar. Echando un vistazo por la
historia de la música, nos encontramos con infinidad de temas que ensalzan a la
mujer por su belleza. Hay innumerables ejemplos, la famosa “Pretty Woman” de
Roy Orbison, “You´re Beautiful” de James Blunt o “My Pretty girl” de John
Mayall. Los Rolling Stones, en su bonita balada “She´s like a Rainbow” exclaman:
“Como una puesta de sol / Convierte en color todo a su alrededor/ ¿Has visto
una dama más bella?”.
Hay otra vertiente también muy corriente en la que se
ensalza a la mujer por su capacidad de “dar placer”. Canciones como “Shook me all night long” de AC/DC (me estremeció toda la noche) o “Whole Lotta Rosie”,
canción en la que cuentan la historia de una mujer que, “no es exactamente
bonita/ no es exactamente pequeña/ pero “puede hacerlo toda la noche”. Bad
Bunny también se ha sumado a esta lista de supuestos aduladores con canciones
como “Me Porto Bonito”: “Ninguna como tú a mí me ha complacido”.
Como puede observarse, ser guapa o “sexualmente
activa” son motivo de exaltación: se guapa, se sexualmente activa, que eso es
atractivo y te dará éxito.
No obstante, paralelamente a este mensaje, la historia
de la música muestra también la otra cara de la moneda. Hay una curiosa colección
de canciones que se dirigen a la mujer en términos totalmente opuestos: “eres
guapa y activa sexualmente, pero no lo has sabido gestionar bien (porque no
elegiste estar conmigo) y por eso te has buscado el fracaso o has caído en la decadencia”.
Esto es, los mismos argumentos que se han usado siempre para elogiarte, ahora
los uso para insultarte o para celebrar tu caída en desgracia.
El célebre tango “Esta Noche me Emborracho” de Carlos Gardel, trata de una mujer a la que el cantante ve “salir de un cabaret como un gallo desplumado”. El tipo se pregunta cómo pudo hace diez años sufrir por ella, y por su rechazo.
La canción de The Sweet “Fox on the Run” (Zorra a la huida) insiste en el peligro que suponen mujeres como la protagonista: “Te crees que tienes una cara bonita/ pero el resto de ti esta fuera de lugar/ y ya no eres como eras antes”.
Joaquín
Sabina en su celebrada “Princesa”, cuenta la historia de una mujer que, en sus
palabras, siempre está “entre la cirrosis y la sobredosis”, claro que, hace dos
años, ella era “su princesa” y él sufrió por no ser correspondido, “Ahora es
demasiado tarde, princesa” proclama victorioso.
En la misma línea tenemos otro temazo: “Like a RollingStone”, del premio nobel de literatura Bob Dylan. La chica que le gustaba al
protagonista ha caído en desgracia por su “mala vida” - consistente, entre
otras cosas, en frecuentar encuentros con otros hombres-. El tema tiene un
cierto aire de celebración.
Me recuerda un poco a esa situación en la que muchas
mujeres nos hemos visto alguna vez: vas andando por la calle y un tipo te grita
“¡guapa!” -o algo similar-, tú te giras, le miras mal y entonces el grito se
convierte en “puta” o “fea” o algo peor.
Al parecer, la aspiración a ser guapa y atractiva para
los hombres, que tanto se nos inculca desde la infancia, se esfuma muy rápido
si no optas por estar con el hombre que decide considerarte así. En ese momento
empieza el “guapa y sexualmente complaciente, pero puta y desdichada” o el
“eras guapa, pero ya te has marchitado”.
No sé si la Diputada de Vox Carla Toscano estará de acuerdo
en que esas “muestras de admiración”, como ella llama a los piropos, son tan
frágiles como efímeras.
En una sociedad patriarcal en la que las mujeres son
concebidas como criaturas dadoras de placeres afectivos y sexuales, la indignación
de cierto tipo de hombre que descubre que su objeto de deseo lo ha rechazado, seguirá plasmándose
en textos y canciones varias. Esos bohemios con el corazón roto, no dejan de
hacer lo de siempre: achacar el fracaso
y decadencia de una mujer a su decisión de no ser “para ellos”. Nada de esto resta un ápice a la admiración
que pueda tener por estos artistas y su obra, pero “la hermenéutica de la
sospecha” que menciona Celia Amorós (el distanciamiento crítico frente a lo que
tenemos en frente) debe operar en todos los ámbitos. También en la música.
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