sábado, 11 de junio de 2022

DEMASIADO TARDE PRINCESA

 


Todavía recuerdo aquel día en el que iba en el coche con mi padre y le hice escuchar, completamente entusiasmada, “FluorescentAdolescent”, la que era mi canción favorita del recién adquirido álbum de los Artic Monkeys. Le describí con fervor la historia que cuenta la canción: “trata de una mujer que ha pasado toda su vida pululando entre hombres y ahora que es mayor, se ha quedado completamente sola y desdichada”­­.

En aquel entonces no tenía la conciencia feminista que tengo ahora y la historia me parecía “de alma bohemia” y “original”. Se lo conté a mi padre exaltando la capacidad creativa del autor. Desde luego, no esperaba la respuesta que dio: “¿Otra más? El tema es precioso, pero el rollo de castigar a una mujer por haber llevado una supuesta mala vida huele un poco, la verdad”.

Tengo que admitir que la respuesta de mi padre me rompió completamente los esquemas, pero me hizo pensar. Echando un vistazo por la historia de la música, nos encontramos con infinidad de temas que ensalzan a la mujer por su belleza. Hay innumerables ejemplos, la famosa “Pretty Woman” de Roy Orbison, “You´re Beautiful” de James Blunt o “My Pretty girl” de John Mayall. Los Rolling Stones, en su bonita balada “She´s like a Rainbow” exclaman: “Como una puesta de sol / Convierte en color todo a su alrededor/ ¿Has visto una dama más bella?”.

Hay otra vertiente también muy corriente en la que se ensalza a la mujer por su capacidad de “dar placer”. Canciones como “Shook me all night long” de AC/DC (me estremeció toda la noche) o “Whole Lotta Rosie”, canción en la que cuentan la historia de una mujer que, “no es exactamente bonita/ no es exactamente pequeña/ pero “puede hacerlo toda la noche”. Bad Bunny también se ha sumado a esta lista de supuestos aduladores con canciones como “Me Porto Bonito”: “Ninguna como tú a mí me ha complacido”.

Como puede observarse, ser guapa o “sexualmente activa” son motivo de exaltación: se guapa, se sexualmente activa, que eso es atractivo y te dará éxito.

No obstante, paralelamente a este mensaje, la historia de la música muestra también la otra cara de la moneda. Hay una curiosa colección de canciones que se dirigen a la mujer en términos totalmente opuestos: “eres guapa y activa sexualmente, pero no lo has sabido gestionar bien (porque no elegiste estar conmigo) y por eso te has buscado el fracaso o has caído en la decadencia”. Esto es, los mismos argumentos que se han usado siempre para elogiarte, ahora los uso para insultarte o para celebrar tu caída en desgracia.

El célebre tango “Esta Noche me Emborracho” de Carlos Gardel, trata de una mujer a la que el cantante ve “salir de un cabaret como un gallo desplumado”. El tipo se pregunta cómo pudo hace diez años sufrir por ella, y por su rechazo.                                                                                           

La canción de The Sweet “Fox on the Run” (Zorra a la huida) insiste en el peligro que suponen mujeres como la protagonista: “Te crees que tienes una cara bonita/ pero el resto de ti esta fuera de lugar/ y ya no eres como eras antes”.                                                                                                     

Joaquín Sabina en su celebrada “Princesa”, cuenta la historia de una mujer que, en sus palabras, siempre está “entre la cirrosis y la sobredosis”, claro que, hace dos años, ella era “su princesa” y él sufrió por no ser correspondido, “Ahora es demasiado tarde, princesa” proclama victorioso.  

En la misma línea tenemos otro temazo: “Like a RollingStone”, del premio nobel de literatura Bob Dylan. La chica que le gustaba al protagonista ha caído en desgracia por su “mala vida” - consistente, entre otras cosas, en frecuentar encuentros con otros hombres-. El tema tiene un cierto aire de celebración.

Me recuerda un poco a esa situación en la que muchas mujeres nos hemos visto alguna vez: vas andando por la calle y un tipo te grita “¡guapa!” -o algo similar-, tú te giras, le miras mal y entonces el grito se convierte en “puta” o “fea” o algo peor.

Al parecer, la aspiración a ser guapa y atractiva para los hombres, que tanto se nos inculca desde la infancia, se esfuma muy rápido si no optas por estar con el hombre que decide considerarte así. En ese momento empieza el “guapa y sexualmente complaciente, pero puta y desdichada” o el “eras guapa, pero ya te has marchitado”.

No sé si la Diputada de Vox Carla Toscano estará de acuerdo en que esas “muestras de admiración”, como ella llama a los piropos, son tan frágiles como efímeras.

En una sociedad patriarcal en la que las mujeres son concebidas como criaturas dadoras de placeres afectivos y sexuales, la indignación de cierto tipo de hombre que descubre que su objeto de deseo lo ha rechazado, seguirá plasmándose en textos y canciones varias. Esos bohemios con el corazón roto, no dejan de hacer lo de siempre:  achacar el fracaso y decadencia de una mujer a su decisión de no ser “para ellos”.  Nada de esto resta un ápice a la admiración que pueda tener por estos artistas y su obra, pero “la hermenéutica de la sospecha” que menciona Celia Amorós (el distanciamiento crítico frente a lo que tenemos en frente) debe operar en todos los ámbitos. También en la música.

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