sábado, 5 de febrero de 2022

ESTO DA MIEDO, Y NUESTRAS TETAS TAMBIÉN

 


Hace poco asistí a un concierto de Rigoberta Bandini en el Kursaal de Donostia. El tema “Ay Mama” todavía no se había editado, pero el concierto fue igualmente magnífico. Meses más tarde, en su presentación en Logroño, Rigoberta y Belén, su compañera de banda, mostraban en vivo una teta, cosa que chocó a mucha gente. Aun así, fue recibido entre aplausos por la mayoría del público, pues lo hicieron como un acto de denuncia de la censura que sufre el pecho femenino.

Sí, es cierto que el video fue muy visto en “Tik Tok” y se pasó por varios grupos de “whatsapp”, en parte porque se celebraba su valentía, pero también por el “morbo” que causaba. No obstante, Rigoberta y Belén no fueron el “hazmerreír” de nadie, o al menos así es como lo he visto en mi entorno.

Esta situación contrasta con otras vividas anteriormente. En 1987, durante una gala de Nochevieja emitida por TVE, una cantante italiana llamada Sabrina, que por entonces contaba con tan sólo 19 años, tuvo un descuido en su indumentaria y enseñó una teta. Yo en aquel entonces no había nacido, de hecho, nací ocho años más tarde, pero tal fue el revuelo, que conozco perfectamente el caso. Siempre me lo han contado en un contexto de risa, vejando a la cantante y burlándose de ella.

Lo mismo ocurrió con Janet Jackson.  En la Super Bowl del año 2004, durante la actuación de Janet con Justin Timberlake, éste le arrancó la parte superior del vestido y se le vio un pecho. Supuestamente, ella debía tener una pieza de encaje rojo debajo, pero él lo arrancó todo. En este caso las consecuencias fueron aún peores: Viacon, propietaria de MTV, emisoras de radio y canales de televisión retiró todas las canciones de Janet y su actuación en los Grammy fue cancelada. 143 millones de personas vieron el suceso en directo, y los siguientes días fueron una tortura para Jackson, pues las burlas y el desprecio eran constantes.

Las tetas no dejan de ser tetas y todas las tenemos similares; algunas tenemos las tetas pequeñas y otras las tienen grandes, existen diferentes tipos de pezones y mayor o menor separación entre los pechos, pero hay algo que cambia: Rigoberta y Belén enseñaron las tetas porque quisieron y las demás, a consecuencia de un descuido. No es la primera situación en la que observo que mostrar las tetas, o cualquier otra parte “íntima”, sólo es aceptado si se hace queriendo, en cambio, si la misma teta se viera a causa de un percance, los problemas empezarían a surgir.

La historia de Emma Holten también refuerza lo afirmado. Holten, fue víctima de un exnovio que subió fotos de ella desnuda a sitios porno. Según cuenta en un ensayo publicado www.hystericalfeminisms.com, una mañana del 2011 se levantó y no podía chequear su cuenta de Facebook, ni correo electrónico. En cambio, empezó a recibir mensajes con links donde encontró que sitios porno tenían fotos de ella desnuda. Las semanas pasaron y Emma empezó a recibir miles de insultos.

Emma, que también era activista feminista, aprovechó el suceso para hacer un experimento. Le pidió a la fotógrafa Cecilie Bodker que la fotografiara desnuda. Creó una campaña en contra de la “porno venganza” fotografiándose desnuda, pero bajo su voluntad, realizando tareas cotidianas en su hogar, como limpiarse los dientes, aplicarse crema en la cara o leyer un libro. Las imágenes fueron publicadas en el sitio “Friktion Magasin”, una revista danesa.

Los días previos a la publicación de las fotos, estaba aterrorizada. Sin embargo, tal y como se imaginaba, no recibió ni una sola crítica. Así, la conclusión a la que llegó Emma Holten fue que era, precisamente, la pérdida de control lo que causaba el acoso. Cuando los hombres veían sus fotos, sabían que era en contra de su voluntad, y era esa falta de consentimiento lo que impulsaba el revuelo. De alguna manera, la gente estaba disfrutando con su sufrimiento. Cuando ella decidió mostrar su cuerpo y decidir dónde mostrarlo, perdió todo el interés pues su cuerpo, en sí, no era el factor atractivo.

Sé que no estoy descubriendo la pólvora, y que esto lleva pasando toda la vida.  Sin embargo, deberíamos reflexionar sobre esto y ver dónde nos deja como sociedad.

Estoy de acuerdo con Rigoberta en la crítica a la censura de las tetas, pero también deberíamos enfocarnos en el cómo se accede a ellas, y en las implicaciones que eso tiene. Porque sí, efectivamente, nuestras tetas “dan miedo”, pero esta sociedad en la que vivimos da más. Mucho más.

 

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