El 8 de marzo de este año ha sido increíble. Nunca lo voy a olvidar.
La fecha cada vez se conoce en círculos más amplios y el ambiente de unión y lucha que se respiraba en las calles fue inolvidable. No obstante, parece que todo no podía ser perfecto y hubo un hecho que hizo que se me quedara una sensación un tanto agridulce.
A la mañana de ese mismo día recibí vía “Whatsapp” una
foto señalándome lo siguiente: cuando me manifestara en las diversas protestas
organizadas no debía hacer el gesto que simboliza la vulva con las manos. Podéis
imaginar mi sorpresa. La razón de este mandato debía ser que existen mujeres
con pene y estas no deben quedar excluidas de la lucha.
Dentro de mí sentí una terrible tristeza, pues este mensaje
venía de una persona que abiertamente se considera feminista. ¿Acaso hemos olvidado que uno de los
comportamientos que el feminismo siempre ha criticado es la invisibilización de
la vulva? ¿El propio feminismo también va a caer en eso?
Las manos levantadas construyendo un triángulo
constituyen un símbolo que el feminismo ha dejado en el imaginario colectivo
desde los años setenta del siglo pasado. Se trata de un gesto que une las manos
y junta los dedos pulgar e índice para simbolizar la forma de la vulva. Lo
cierto es que no sé cuál sería la intención de Giovanna Pala al realizar ese
gesto por primera vez en aquel congreso celebrado en París, lo que sí sé es que
existen inmensos problemas alrededor de la invisibilización de la vulva e
imponer “la no realización del gesto que simboliza la vulva” con el único
objetivo de no ofender a un colectivo específico no creo que sea la vía. Por un
lado, no entiendo en qué puede ofender, y por otro lado, opino que no poseer
este órgano no quita el poder luchar por todos los problemas que existen alrededor
de su invisibilización.
Tal y como menciona Naomi
Wolf en su obra “Vagina”, la vulva, sobre todo desde los orígenes de
la sociedad católica, ha sido invisibilizada y considerada un órgano indecente
y vergonzoso de nombrar. Es un hecho que
su presencia incomoda a mucha gente. Podemos observarlo en un breve paseo por
nuestro pueblo o ciudad en el cual observaremos varios dibujos de “penes” en
los diversos murales de la vía pública, sin embargo, no habrá ni rastro de
ilustraciones unidas a la vulva. Proyectos como el libro de ilustraciones
infantil “El placer es mío” de Laura Serradilla, donde se proyectan dibujos que
muestran el aspecto real de la vulva, molestan a muchos padres, pues estos
prefieren que sus hijos e hijas dibujen “lisa” la parte correspondiente a la
vulva y el clítoris cuando dibujan el cuerpo desnudo de la mujer.
Mostrar a los
niños y niñas imágenes de una vulva real es considerado un improperio, no
obstante, tal y como explica Mireia Darder en su obra “Nacidas para el placer”,
en el momento que una niña cuestiona si ella también va a tener pene y no se
hace referencia a la vulva y el clítoris, la niña se le define por lo que no
tiene, en vez de hacer referencia a su poder y fuerzas sexuales.
El clítoris también sufre una terrible e injusta invisibilización.
A pesar de ser el órgano sexual
específico de la mujer hay mucha gente que ni siquiera conoce su existencia. De
hecho, tras recibir el mensaje anteriormente indicado en mi móvil, como si de
una máquina del tiempo se tratara, mi mente retrocedió nueve años atrás y
recordé un episodio que viví en el instituto cuando un sexólogo vino a nuestra
clase a impartir un taller de sexualidad.
He de decir que recuerdo aquel día como el día en que los cristales de
mi cabeza rompieron de golpe.
Aquel hombre comenzó preguntándonos qué opinión nos
suscitaba la mutilación genital femenina que se realiza en varios países
de África, también conocida como ablación de clítoris. Por supuesto, todos le
miramos como las vacas al tren. No tardaron en comenzar las protestas y los
discursos reivindicativos ¿Cómo alguien puede estar de acuerdo con semejante
atrocidad?
Acto seguido,
el sexólogo nos pregunto lo siguiente: ¿Qué es el clítoris? ¿Para qué sirve? Por muy increíble que
parezca, lo cierto es que ninguno supimos contestar con claridad.
Aquel día me di cuenta de que, muy a mi pesar, yo
también había sido víctima de la mundialmente extendida y socialmente aceptada invisibilización
del clítoris. Mirábamos con susto y repugnancia a aquellos que extirpaban el
clítoris a las niñas en África. Sin
embargo, nosotros, “avanzados” y “progresistas” adolescentes del “primer mundo”
no le dábamos ninguna utilidad a aquel valioso órgano. Sí, nuestra integridad
física estaba intacta y sí, nuestro clítoris yacía impoluto entre nuestras
piernas, sin embargo nunca íbamos a disfrutar
de sus beneficios, pues el clítoris había sido extirpado de nuestra mente.
Aquel sexólogo cuyo nombre no recuerdo, pero al que
estoy tremendamente agradecida, nos dio un amplio discurso sobre el tema. Nos
explicó que no era exactamente culpa nuestra no conocer la existencia del
clítoris, era el patriarcado el que se había encargado de reducir los genitales
femeninos a “agujeros” donde poder
depositar el miembro masculino. Las consecuencias eran devastadoras. Varias mujeres
acudían a su consulta decepcionadas por las relaciones sexuales dominantes. Eran
varias las mujeres que no lograban llegar al orgasmo y la gran mayoría de ellas
no se sentían identificadas con la sexualidad que para los varones se reproduce.
También menciono que la gran mayoría de mujeres ha practicado más sexo oral a
hombres del que se le ha devuelto y que la amplia mayoría de relaciones
sexuales heterosexuales sólo se basan en el coito ignorando completamente la
estimulación del clítoris. No obstante, tal
y como menciona Pilar Aguilar, el clítoris es un órgano femenino característico
y distintivo de las mujeres, pues ninguna otra hembra del reino animal lo tiene
y sirve sola y específicamente para recibir placer.
Recuerdo que sentí tanta rabia y considere tan injusto
todo lo que mis oídos escuchaban que decidí que la reivindicación del placer
femenino y de la existencia de la vulva y el clítoris iban a ser mi
bandera.
Es obvio que realizar este gesto con las manos nada
tiene que ver con la solución a este problema, sin embargo, quizás hace falta hacer
una pequeña reflexión del tema antes de suprimirlo directamente. Si empezamos a
invisibilizar la vulva desde el propio feminismo, aún siendo la mitad de la
población quien lo posee, en nada vamos a avanzar.
Consideré tremendamente injusto que el gesto que
simboliza la vulva se eliminara por el simple hecho de que todas las personas
que apoyan el movimiento no la posean. Aún más teniendo en cuenta el problema
que nos supone a las mujeres que el clítoris, el órgano sexual femenino, sea
olvidado, ignorado y suprimido de nuestra educación y cultura afectivo-sexual.
Lo que no se nombra no existe, por lo tanto, las
feministas debemos unirnos para reivindicar el placer femenino, la eliminación
del falocentrismo y el coito-centrismo y reclamar el uso de éste
maravilloso órgano.
A la mañana siguiente, escribí un pequeño “post” en
Facebook mostrando mi opinión sobre este asunto. Creo que la respuesta que
recibí no sorprenderá a muchas feministas:
“Esto es una exageración”.
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